En Granada Social tenemos el gran honor de contar con colaboraciones que son todo un apoyo para ser “el lugar de las personas que mejoran la vida de la gente”. Hoy publicamos la reflexión de Joaquín Gasca Calatayud, periodista, redactor en la mítica revista Shangay así como en el resto de cabeceras del grupo Editorial Imaní: Shangay Voyager (viajes), Shangay Style (moda) y Shangay Beauty (belleza). Joaquín es socio fundador de la promotora de eventos NBF, formada por un grupo de jóvenes emprendedores que cambió la manera de entender el ocio en la capital. Gasca es experto en gestión y coordinación de redes sociales para su adecuado uso en públicos vulnerables y tiene numerosos estudios centrados en el impacto de las TICs en las personas mayores. Este joven madrileño es profesor de Redes Sociales y Nuevas Tecnologías en la Universitas Senioribvs CEU y ha colaborado durante muchos años con la Fundación Vodafone.
Joaquín Gasca Calatayud (Madrid) | Sí. Hemos llegado al extremo macabro de que querer cumplir con nuestra obligación se confunda con una patología. La dignidad es extraordinaria, y la verdad un elemento que no puede estropear una frase o hecho que suene mejor. ¿Cuándo dejamos de ver a Groucho y sus (inexistentes) principios con fines humorísticos?
Le echamos la culpa a la tecnología, las redes sociales, la adicción al consumo inmediato, y nos hemos olvidado de que la dignidad moral de cada uno de nosotros es el verdadero motor del cambio contemporáneo. Eso que llaman responsabilidad social, que creemos reservado para ilusos o extremadamente generosos. Pues no, ayudar al prójimo no es cuestión de vocación, sino de urgente cumplimiento. El periodismo, aquello con lo que siempre soñé, se extingue con remedio; la necesidad de apelar al sentido común, dejar las estadísticas, eliminar trincheras y mirar a los ojos de historias ilusionantes con protagonistas anónimos. A ellos hay que servirles y protegerles, usar el poder mediático para visibilizarlos y recordarnos, en primera personal del plural, que las primeras líneas de esta reflexión son reversibles.
Y qué bien que al calor de la Alhambra, cuna histórica de la diversidad, allí donde siempre ha convivido un pueblo sin preguntas ni prejuicios, nos enseñen que lo altruista solo responde a la lógica del que quiere mejorar lo de su alrededor. No conviene olvidarlo. Sin modas, estridencias ni pretensiones, fieles a los que buscan una simple sonrisa como respuesta, porque “no es amor el amor que al percibir un cambio cambia”, afirman con acierto en Sentido y sensibilidad. Y eso es ser profesional. Larga vida a este proyecto de Granada Social.