Promovida por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (Felgtb), la campaña #TenemosDerechoASaber se moverá en las principales redes sociales, donde jóvenes comentarán la importancia que ha tenido en su vida haber recibido formación en diversidad o cómo les hubieran beneficiado «las charlas que nunca tuvieron». Sergio Siverio, coordinador del grupo joven de la Felgtb, espera que sea un éxito y que muchísima gente se sume a ella porque «nadie puede privarnos de estas charlas que son un derecho que no nos pueden arrebatar ni familias ni instituciones», ha dicho.
Fue precisamente una charla en su instituto de Los Realejos (Tenerife) sobre acoso escolar la que cambió la vida de Siverio a los 15 años, ya que le permitió «visibilizarse como chico gay» y sus compañeros comprendieron que no era aceptable ninguna forma de discriminación. Aunque reconoce que no terminó totalmente la discriminación contra él, asegura que su entorno fue consciente de que había una persona diversa en clase y que «esta diversidad era totalmente aceptable». Siverio asegura que la lgtbfobia está en todos los ámbitos de la vida y en su caso se prolongaba desde las aulas hasta las redes sociales. Sufrió violencia física en la calle y vio como aparecían perfiles falsos en las redes para insultarle e intentar que visibilizara su orientación sexual. Y cuenta orgulloso como regresó a su instituto tiempo después de terminar sus estudios como miembro del colectivo Diversa para impartir esas charlas sobre diversidad, en las que pudo contar a los alumnos que era «libre y visible gracias a estas actividades».
Según Siverio, la intención de imponer el permiso parental en las aulas no se debe a los prejuicios «desde un determinado sector hacia el colectivo lgtbi», ya que asegura que son charlas «muy sencillas» en las que «simplemente se explica que existe la diversidad», algo que lamenta que no se explique en los institutos. Relata que son actividades «muy participativas y muy bien recibidas» en las que también se trata de eliminar mitos sobre el colectivo, como que «la bisexualidad es una moda» o se aclara la confusión existente entre «personas trans o travestis». «En un instituto se me acercó un joven para darme las gracias y contarme que era gay y hacia un par de semanas había intentado quitarse la vida», revela mientras aclara que la lgtfobia se ejerce con agresiones a las personas por su identidad, pero también «al permitirla». Siverio insiste en que la educación en la diversidad no es adoctrinamiento y mejora la vida de las personas, como le sucedió a Eva Hernández Morera, de la asociación canaria Alagarabía, a quien en 1ª de Bachillerato le sirvió «para saber que pertenecía al colectivo».
«Vivía en La Gomera y aunque mi familia siempre ha sido tolerante con el tema y sabía que existía la diversidad, nunca había recibido información al respecto», comenta Hernández al asegurar que aprendió mucho de una charla que le «abrió un poco más la mente» y le permitió «entender la realidad que le estaba pasando». Por el contrario, Marta Murias, lesbiana y con discapacidad funcional, asistió en Galicia a un colegio de curas en el que no había protocolos contra la discriminación y en el que no recibió charlas Lgtb durante una infancia en la que era denominaba «bollera de mierda» en las aulas. Murias asegura que «la educación en diversidad me hubiera aportado libertad de ser y el respeto por parte de los compañeros» y le hubiera librado de «querer evitar el colegio», donde se generó la depresión que padece desde pequeña. También tenía fobia a los recreos por el aislamiento que sufría, ya que los chicos solo la aceptaban para jugar al fútbol, lo que «también empeoraba la situación porque me ponían aun más clara la etiqueta de lesbiana».
Ahora Murias forma parte de la asociación coruñesa Alas y lucha contra el permiso parental dando unas charlas que tampoco tuvo Irati Agirrezabalaga en su juventud, quien se identifica como asexual y «tardó mucho» en encontrar una etiqueta que la definiera. «Durante esos años en que no supe lo que era, lo pase bastante mal», revela Agirrezabalaga, que ahora colabora con la asociación Iguales y destaca que «una charla me habría ayudado a conocer realidades que no conocí hasta mas tarde».