Vete al supermercado, rápido. Necesitas 150 gramos de harina de trigo, 65 de aceite de oliva y de miel, ajonjolí y matalauva. Está todo caro. Da igual. También tienes que comprar limón, naranja o sal. Y, por supuesto, vino blanco y anís. No te preocupes por la cantidad, ya le darás uso a las sobras. Vas a sorprender a tu familia y a tus amistades con unos pestiños. Vas a celebrar la Semana Santa como Dios manda.
Pon el aceite en un caldero y añádele sendas ralladuras de naranja y limón. Caliéntalo a fuego medio. Con esto, consigues endulzar el aceite, darle un poco de vidilla. Menos mal que es de oliva y no de girasol. Cuando burbujee, quítalo y añádele dos cucharadas postreras, una de ajonjolí y otra de matalauva. Luego, déjalo enfriar sin las rayadas: las de limón, las de naranja y las mentales.
Añade 65 mililitros de vino blanco y una pizca de sal a un bol con la harina. Mejor harina de fuerza, para que la masa sea más elástica. Remuévela hasta que haya absorbido todo (el vino o la sal, pero nunca tus ganas de vivir). Aquí, añade el aceite preparado y sigue amasando, primero con el tenedor y luego con las manos. Por un día que te ensucies las manos, no pasa nada. Cuando tengas una bola, déjala reposar una hora.
En un cazo, añade la miel. A fuego medio, incorpora 20 mililítros de agua y el zumo de limón exprimido. Mientras remueves, agrega dos chorros de anís: uno en la mezcla y otro en tu gaznate. Disfruta. Cuando ya se haya integrado todo, retíralo del fuego y déjalo reposar.
Ahora llega el trabajo complicado, tu reconocimiento social depende únicamente de cómo hagas lo siguiente. Atención. Estira muy bien la masa. Luego, corta para que quede un rectángulo perfecto (con los restos haremos más pestiños). Traza una cuadrícula en la masa restante, para que queden cuadrados perfectos. Coge dos puntas de cada cuadrado, únelas en el centro y pégalas con una pincelada de agua.
Si has llegado hasta aquí, prepara una olla con aceite. Lo normal hubiera sido que se te rompieran y que acabaras llorando sobre una masa heterogénea de migajas. Pero no te pasó, así que sonríe y mete tus pestiños perfectamente formados en el aceite hirviendo. Hasta que se doren.
Al final, basta con bañarlos en la miel que preparaste antes y dejarlos enfriar. Te quedan unos doce pestiños, si aprovechas bien la masa. Pero es Semana Santa, recuerda. La excusa perfecta para pegarte un atracón sin sufrir remordimientos. Por eso, te recomendamos que hagas el doble. No hay fallo.