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Del temor al volante al aislamiento social: qué es y cómo se supera la amaxofobia

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¿Quién no ha sentido alguna vez nervios al conducir? Para muchas personas, ese temor puntual se convierte en algo más serio: amaxofobia. Un miedo persistente e irracional que no solo limita la capacidad de ponerse al volante, sino que condiciona su vida diaria. Para Cristina Escamilla, profesora del Grado en Criminología en la Universidad Europea de Valencia, es importante “identificar este problema a tiempo”. Herramientas como los cuestionarios específicos permiten valorar el grado de malestar y ansiedad para, posteriormente, orientar el tratamiento de forma personalizada. El miedo irracional que genera este trastorno de ansiedad puede llegar a límites perjudiciales para la vida social y laboral del que los sufre. “Hay personas que no visitan a familiares o amigos por no coger el coche”, explica la doctora Escamilla. La forma más severa de la amaxofobia puede llegar a incapacitar por completo a quien la padece, impidiéndole desplazarse en cualquier medio de transporte. Esta limitación no solo restringe su movilidad, sino que puede traducirse en la pérdida de vínculos personales, oportunidades vitales o empleo. “Si la claustrofobia se manifiesta en distintos espacios cerrados, la amaxofobia lo hace a través de distintos vehículos y trayectos”, detalla la docente de la Universidad Europea.

Los síntomas de la amaxofobia – angustia, pesadillas, sudoración en las manos, tensión muscular, hiperventilación, temblor, taquicardias, pensamientos irracionales y visualización de accidentes- pueden llegar a confundirse con los de una situación de crisis nerviosa o ansiedad aguda circunstancial. Ahora bien, para la ciencia, lo determinante es cuánto tiempo lleva esa persona con miedo conduciendo o viajando dentro de un medio de transporte. “Si sobrepasa la duración mínima de seis meses: se trata de un miedo irracional. Solo entonces puede hablarse de amaxofobia como un trastorno de ansiedad específico”, señala Cristina Escamilla. Ante la pregunta sobre qué hay detrás del miedo a conducir, Escamilla asegura que “no existe una causa única, sino múltiples factores entrelazados”. Lo habitual es que la raíz del miedo sea una memoria traumática que se reactiva ante una situación similar, por ejemplo, «un túnel, un puente elevado o un cruce conflictivo pueden desencadenar ansiedad paralizadora», apunta la experta. “Ni siquiera es necesario haber vivido el hecho en primera persona. Basta con haberlo presenciado o vivido a través de un ser querido”, añade. La segunda causa más común “es la falta de confianza en las propias habilidades al volante, generando una sensación de inseguridad constante”.

Desensibilización y mindfulness, claves para superar el miedo a conducir

Depende de cada caso particular, pero la manera de combatir la amaxofobia – y cualquier tipo de fobia- es enfrentarse gradualmente a la situación estresante. Un tratamiento que los expertos han denominado: desensibilización sistemática. Esta técnica consiste en una exposición gradual y controlada a la situación que provoca el miedo. El proceso comienza con estímulos menos intensos —como observar imágenes, vídeos o usar un simulador- hasta llegar a la conducción real. “Se recomienda que sea en un vehículo de doble mando, con un profesor de formación vial, formado previamente en amaxofobia y un psicólogo experto en este trastorno para ir guiando las sesiones jerarquizadas”, concreta la doctora Escamilla.

Además, en etapas más avanzadas, es recomendable recurrir a técnicas de relajación como el mindfulness. “Esta práctica permite a la persona centrarse en el presente, aprender a gestionar sus emociones dentro de un medio de transporte o mantener la calma durante la conducción de un vehículo”, apostilla. “El objetivo no es solo recuperar la capacidad de conducir o de viajar, sino hacerlo con seguridad y confianza”. Aunque cada caso es único, “la combinación de exposición progresiva y herramientas de gestión emocional está demostrando ser una vía eficaz para superar el bloqueo psicológico que provoca la amaxofobia”, concluye la profesora de la Universidad Europea.

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