Cáritas Diocesana de Granada invirtió 6,2 millones de euros en 2023 para ayudar a cerca de 7.500 personas.
- Incrementa el número de personas que acuden en busca de ayuda.
- Un 30% de las personas atendidas en 2022 han seguido requiriendo del apoyo de Cáritas para cubrir sus necesidades más básicas y un 40% son nuevos casos afectados por el encarecimiento del coste de la vida.
- Las demandas en alimentación encabezan las ayudas de emergencia.
- Los gastos de la vivienda asfixian a las familias más vulnerables, cada vez más personas comparten hogar para hacer frente a los gastos.
Tras dos años de inflación disparada, los pobres son cada vez más pobres y tienen mayor dificultad para resolver situaciones cada vez más complejas. Así lo refleja la memoria anual 2023, presentada por el Arzobispo de Granada, Monseñor José María Gil Tamayo, junto al delegado episcopal y la directora de Cáritas Diocesana de Granada, Alfonso Marín y Luisa Mª Maeso.
La entidad de la Iglesia católica ha invertido en el último año 6,2 millones de euros en ayudar y mejorar las condiciones de vida de 7.488 personas en la diócesis de Granada. Esta cifra es un 3% superior respecto a 2022 y rebasa en un 7% la suma registrada en 2019, antes del inicio de pandemia.
El balance de actividad recoge un análisis del contexto y muestra las graves dificultades que ha supuesto la crisis inflacionaria para muchos hogares, a los que ha llevado a situaciones de mayor vulnerabilidad y carencia. De hecho, 1 de cada 3 personas atendidas en 2022 han seguido requiriendo del apoyo de Cáritas para cubrir sus necesidades más básicas. A estas familias se han sumado un 40% de nuevos casos afectados por el encarecimiento del coste de la vida.
A pesar del incremento de las rentas, los precios han subido aún más, disminuyendo el poder adquisitivo de los hogares y su capacidad para cubrir las necesidades más básicas y asegurar un nivel mínimo de bienestar. En palabras de Monseñor Gil Tamayo “la situación de bonanza económica no se traduce en una bonanza, especialmente, a las clases más desfavorecidas”. Refiriéndose a los datos recogidos en la memoria “aquí los números, muchas veces, en vez de cantar, lloran. Y esta es la realidad, pero no por ser pesimista, si no es verdad que ha aumentado el salario mínimo interprofesional, pero los precios, sobre todo de alimentos, no han bajado”.
El encadenamiento de crisis económicas y sociales sufridas en los últimos años ha ido produciendo una acumulación creciente de personas y hogares en situación de pobreza y exclusión social que no consiguen remontar y recuperar su situación anterior. “Nos encontramos con una exclusión mucho más intensa, es decir, las personas requieren de más apoyo y recursos para afrontar un mayor cúmulo de necesidades” ha señalado Luisa Mª Maeso en la presentación del informe.
El dilema continuo de pagar el alquiler o comprar comida
En este escenario, las 94 Cáritas parroquiales de la diócesis granadina lograron atender las demandas más urgentes de 6.568 personas, con un impacto total de unas 13.983 personas beneficiadas, gracias a una inversión superior al millón de euros. 4 de cada 5 personas atendidas recibieron ayudas para comprar alimentos. Estas ayudas encabezan las partidas de gasto con más de 380.000 euros invertidos. “La mayoría de las familias – apunta Maeso – se encuentran en el dilema continuo de pagar el alquiler y los consumos o comprar comida. Y abonan primero los gastos de vivienda porque es más fácil acceder a ayudas para comer que para pagar el alquiler”.
Los gastos de vivienda, un pozo sin fondo para las familias más vulnerables
Las familias dedican una mayor parte de su presupuesto a pagar la vivienda y otros gastos esenciales a consecuencia del incremento de precios. Como estrategia de subsistencia, cada vez más personas comparten hogar para hacer frente a los gastos. En apenas cinco años, el porcentaje de hogares en régimen de realquiler ha pasado de un 3 a un 9 % y en el caso de compartir piso con otras personas sin parentesco alcanza al 10% de la población atendida. En su mayoría población de origen inmigrante, quienes presentan unas peores condiciones de vida con viviendas mal acondicionadas, degradadas y en situaciones de hacinamiento. “Hemos tenido casos en los que se ha llegado a pagar hasta 400 euros mensuales por el alquiler de una habitación sin derecho a cocina”.
Romper el círculo de la pobreza
Las situaciones de necesidad y privación aumentan especialmente para los hogares con presencia de niños y niñas (49%) lo que afecta a las condiciones de vida de esos menores y predispone a un mayor riesgo de pobreza o exclusión en la adultez. “Con el objetivo de romper ese círculo y frenar esa herencia generacional, trabajamos de manera integral con todos los miembros de la familia, realizando un seguimiento y apoyo educativo específico a menores y jóvenes para la prevención del absentismo escolar”.
3 de cada 4 personas, en edad de trabajar, están en paro
Las situaciones de carencia más extremas corresponden a quienes no disponen de ingresos por trabajo o por prestaciones (57%) y los hogares monoparentales (19%), en su mayoría encabezados por una mujer, especialmente expuestos a situaciones de privación material severa al contar, en numerosos casos, con una sola fuente de ingresos.
El 75%, a pesar de estar en edad de trabajar y buscar empleo, no lo encuentran. Según datos de la Encuesta de Población Activa, Granada cerró 2023 con la mayor tasa de paro del país (21,6%), sin contar Ceuta y Melilla. A pesar de las dificultades, Cáritas ayudó a 674 personas en la búsqueda de un empleo, gracias a una inversión de 685.738 euros en acciones de inclusión socio-laboral. 1 de cada 4 personas encontró trabajo.
El riesgo de pobreza aumenta entre los migrantes extracomunitarios
Las dificultades para acceder a un trabajo son sufridas por personas de diferentes edades, orígenes y niveles de estudios, pero son especialmente significativas entre las mujeres (69%) y los migrantes extracomunitarios (48%), en su mayoría en situación administrativa irregular. “Nos encontramos a más personas en situación irregular. Llegan con la voluntad de poder trabajar para sustentarse, pero chocan con la barrera administrativa, viéndose obligados a trabajar en la economía sumergida, con condiciones y salarios muy precarios, para poder regularizar su situación y conseguir un permiso de trabajo” ha subrayado la directora de Cáritas.
El 73% de los recursos invertidos proceden de fuentes privadas
Los capítulos con mayor dotación de recursos corresponden a los Centros socio sanitarios de atención a personas mayores y discapacitadas (3.127.315€), el programa de Acogida y Atención primaria (1.086.677€), Empleo (685.738€) y los programas educativos de Familia, Infancia y Juventud, Mujer e Inmigrantes (188.868€). Este importante esfuerzo económico ha sido posible, una vez más, gracias al generoso apoyo de miles de socios, donantes y colaboradores privados y, por supuesto, a las aportaciones de las Cáritas Parroquiales, cuyas contribuciones han completado los 4,5 millones de euros de fondos privados. El balance global muestra un incremento en la financiación privada que alcanza el 73% de fondos invertidos, frente al 26% proveniente de las administraciones públicas.
Llamamiento a las administraciones públicas
En su compromiso de denuncia, tanto de las situaciones de precariedad como de la pérdida de derechos que sufren las personas y familias a las que atiende, Cáritas alerta de que el camino para erradicar la pobreza no debe centrarse solamente en la mejora de los ingresos, también en moderar el incremento de los precios, especialmente los que tienen que ver con la vivienda. Implementando políticas que resulten eficaces para todas las personas. Tal y como ha concluido Maeso “estamos dejando gente atrás, que no se beneficia de los recursos que ponemos en marcha para salir de las crisis”.
Abrir camino a la esperanza
El delegado episcopal de Cáritas Diocesana de Granada aprovechó su intervención para agradecer la labor de “las 1.100 personas voluntarias, sacerdotes y trabajadores que están detrás de la misión de Cáritas al servicio de los más necesitados, siempre dispuestos a escuchar, a aportar soluciones y ofrecer oportunidades para mejorar las condiciones de vida y construir un futuro mejor para miles de personas”.
“Estas cifras – afirma Alfonso Marín –representan un compromiso compartido que nos une y que nos empuja, como comunidad cristiana y como sociedad, a defender la dignidad y los derechos de todas las personas en estos tiempos difíciles y complejos, abriendo camino a la esperanza”.