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REDGRA, luchando día a día contra la discriminación racial

Hoy, con motivo del próximo 21 de marzo, Día Internacional de la Discriminación Racial, tenemos el placer de entrevistar a Manuel García Casanova, miembro de la red Granadina por el Refugio y la Acogida. Una red integrada por colectivos y organizaciones sociales de Granada en defensa y apoyo de los Derechos de las personas migrantes y refugiadas.

¿Qué es REDGRA y a qué os dedicáis?

Una red de colectivos y personas granadinas que surgió hace 6 años cuando los refugiados sirios empezaron a distribuirse por Europa, momento en el que varios consideramos necesario iniciar una lucha contra el maltrato hacia esas personas que huían de la guerra y la muerte, buscando un sitio que les acogiera.  Organizamos actividades de denuncia, habitualmente pública, a favor de todas las personas migrantes que han viajado de su país al nuestro para poder vivir y rehacer su vida. En Granada hay una postura generalmente abierta hacia los refugiados, pero desgraciadamente hay quienes se oponen a su acogida. Es por ello que el domingo 21 de marzo vamos a celebrar un acto en la Fuente de las Batallas a las 12 de mañana. Va a ser algo sencillo, un pequeño teatro en el que escenificaremos el respeto al otro, al diferente, al que queremos ofrecerle nuestras manos para que encuentre un modo para poder vivir. Paralelamente, queremos comunicar a la sociedad granadina nuestra queja que posturas racistas que existen a día de hoy no son de recibo, y que, aún peor, a veces están auspiciadas o no suficientemente protegidas desde algunas de las administraciones locales más próximas a los ciudadanos.

¿Si una persona necesita la ayuda de REDGRA, dónde debe dirigirse?

No tenemos un local como tal, y depende de la persona. Un solicitante de asilo o refugiado lo tendrá más fácil para encontrar a un colectivo dentro de REDGRA. Los hay que acogen a personas con una serie de condiciones, otros que denuncian esta clase de situaciones… hay de todo tipo.

¿Cómo ves a las futuras generaciones respecto al racismo y la xenofobia?

Sí que es más común ver a personas de fuera, que ha venido para establecerse. Hace 10 años no se veían tantos, es muy fácil ir por la calle y ver a alguien que por su peinado su aspecto, su ropa… se adivina fácilmente que son de fuera. Ahora bien, la actitud de la sociedad, si bien se han dado pasos, de nuevo la administración no siempre tiene la actitud que nos gustaría. Muchas leyes, como la de extranjería, que regula los procesos por los que deben pasar estas personas para llegar, integrarse… no les favorece. De hecho, nosotros decimos que los separa en distintas categorías de persona, y que les dificulta su llegada y su acceso. Se suele oír que si vienen con papeles no tienen problemas, pero, y esto que voy a decir es difícil de creer, a no ser que uno sea un as del deporte, la ley prácticamente no te permite venir por medios normalizados, tales son las exigencias y los muros construidos.

Siguiendo con esa relevancia que tiene el deporte,  ¿qué importancia tienen los medios para estas personas, o para estas asociaciones incluso?

Son fundamentales, para esto y para todo. La mayoría de la gente se informa a través de los medios, y según el mensaje que estos transmitan, se puede dificultar enormemente el tender la mano. Se impulsan actitudes de odio y desencuentro. Ahora mismo hay colectivos en Granada que están machacados por algunos medios, que les impiden hacer ningún progreso respecto a su situación.

¿Cuál es tu opinión sobre la distribución de la vacuna contra el Covid-19 en los países pobres? Hay sitios a los que no llegará hasta 2022/23.

Como en tantas otras cosas, la sociedad mundial está fracturada entre países pobres y ricos. La producción y el reparto de la vacuna tiene un claro componente capitalista: no son sólo un modo de prevenir la pandemia, sino también un negocio. Y claro, cuando se quiere que un país pobre pague, no se vacunan. Y el problema no es sólo para ellos, sino que al resto de los ciudadanos nos impide vivir con tranquilidad. Es una barbaridad; o las autoridades mundiales se toman en serio ese intento de llegar a los países pobres o nos vamos a arrepentir durante mucho tiempo de no haber prestado la suficiente atención.

¿Crees que el pánico social provocado por la pandemia aumenta comportamientos como la xenofobia o el racismo?

Frente a ciertos procesos sociales, la gente reacciona con miedo. Con las migraciones, muchos grupos de poder precisamente incitan al miedo. El otro día me crucé con un grupo de personas que discutían cómo los inmigrantes habían traído el virus y eran los responsables de contagiar a la población española.

¿Qué le dirías a una persona racista o xenófoba como estas qué mencionabas para hacerle ver la realidad?

Le invitaría a hablar, le preguntaría sus razones para pensar así y luego le diría lo que pienso yo al respecto. No intentaría convencerles de nada, dejaría que usasen su propia capacidad de decidir, ya que imponerse en estos casos suele servir de poco. Reconozco que tenemos un déficit de formación. Me río cuando sacan el tema del pin parental para evitar la manipulación en los colegios, cuando es en muchos centros de formación en donde me llevo las manos a la cabeza.

¿Ha quedado algo que nos quiera decir?

Quiero invitar cordialmente a quien pueda oír este mensaje a que venga este domingo a la Fuente de las Batallas. Allí encontrarán una gente un tanto extraña, escenificando unas actitudes que tiene la finalidad de convencerles y llevarles hacia delante.

¿Hay algo que falle en la integración de los inmigrantes, bien en los estamentos, bien en la conciencia social?

Pues sí, en el fondo, a todos los niveles la sociedad está dividida entre aquellos que quieren saber cuál es la verdad y actuar conforme a ello, y aquellos que prefieren que otro les diga cuál es la verdad. Si uno se acostumbra a lo segundo, nunca se va a molestar en lo primero. Aquí lo único que cabe es enseñar a la gente a pensar, acompañarles en estos procesos del pensamiento, y después ser conscientes de los desequilibrios sociales y económicos y del sinsentido del orgullo nacionalista, y de cómo muchas veces las ventajas del primer mundo son a costa del sufrimiento de millones en el tercer mundo. No identificar a estos como enemigos, no verlos como una amenaza para nuestro trabajo, como un retroceso social, sino saberlos comprender y acompañar. Hay que lograr la integración de todos, pues lo contrario es la segregación, que nos empobrece a todos. Hasta que no exijamos a los políticos la integración como objetivo, iremos de espaldas. La integración no significa chocar  debido a nuestras diferencias, sino mezclarlas y usarlas para construir algo nuevo.

 

 

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