En estos días hemos podido observar cómo los medios de comunicación centran su atención en el conflicto afgano y en la reciente retirada de las tropas estadounidenses desde su despliegue en 2001, dejando el país en manos de los talibanes, que han tardado apenas unas semanas para tener bajo su control la gran parte del territorio afgano. ¿estamos ante una mala gestión de la administración de Biden? ¿hay intereses sin descubrir por parte de la primera potencia del mundo?, ¿Quiénes son los mayores vencedores en este giro de los acontecimientos? son cuestiones que nos hace pensar cada día de por qué esta retirada repentina, sin haberse hecho de una forma más ordenada para evitar la rotunda derrota que ha sufrido el gobierno afgano ante los talibanes.
El conflicto que nos atañe se remonta al triunfo de los talibanes en 1996, tras el derrocamiento de la republica de Afganistán en 1992 y posteriormente la ocupación de la capital afgana, Kabul, por parte de los talibanes. Finalmente, en 2001 tras la intervención estadounidense respaldada por la ONU y la OTAN pone fin al reinado talibán en Afganistán. Bajo el lema de la lucha contra el terror y con el principal objetivo de erradicar la amenaza terrorista de Al Qaeda, que acampó a sus anchas por los territorios afganos recibiendo apoyo de los talibanes, Estados unidos consigue expulsar a los talibanes del poder y en 2004 se constituye el nuevo gobierno afgano establecido por el consejo de seguridad de las naciones unidas, recientemente derrocado.
Ahora después de 20 años de conflicto, que se acabó convirtiendo en una guerra de guerrillas, los talibanes han vuelto a ocupar Kabul, e iremos viendo la forma de gobierno que se establecerá bajo el régimen talibán. Pero la cuestión que nos ocupa ahora es ¿Qué ha llevado a Estados Unidos a abandonar Afganistán?, es una pregunta un tanto compleja debido a la dimensión de los intereses que tiene cada potencia, sin embargo, todo apunta a que la inminente retirada estadounidense, se debe a que el despilfarro económico, valorado en miles de millones, y los recursos militares que le ha costado este conflicto, prefiere centrarlos en la amenaza del avance chino por el pacífico.
La hegemonía de Estados Unidos corre peligro debido al gran crecimiento económico de la potencia asiática, y de su impecable política exterior centrada en mantener en todos los continentes, áreas de influencia y zonas estratégicas para llevar a cabo su gran ruta de la seda que empieza a coger cada vez mayor forma. Y es aquí donde la mayor beneficiada del conflicto es China. Era de esperar que nada más ocupado Kabul por los talibanes, la república popular china acercará su mirada hacia el territorio y comenzará diálogos de negociación con los vencedores.
Afganistán al estar delimitado por países como Irán, Pakistán o incluso con el gran asiático en una pequeña franja, es un punto de gran interés geopolítico para China, además no olvidemos que Afganistán es rico en piedras preciosas, en el opio y en las denominadas tierras raras. Estas últimas una materia prima indispensable para la era de las tecnologías, además de ser utilizada para armamento militar. Por lo tanto, no es difícil imaginar que China haya puesto toda su atención en dicho territorio y una vez destituido el gobierno y tras la retirada de Estados Unidos, vaya a mover sus recursos económicos hacia Afganistán. Tal como ya ha hecho anteriormente financiando construcciones de puertos marítimos como el de Argelia, infraestructuras en América Latina, así como llevar la gestión de puertos de interés como el de Pireo en Grecia. Todos son puntos clave para tener un control sobre el comercio internacional y así asegurarse una ruta que recorra prácticamente todo el globo terráqueo.
Es evidente que dichos intereses de China solo podrán lograrse si se estabiliza la región de Afganistán, por lo que no es descabellado pensar que apoye o tienda su mano a los talibanes con el fin de conseguir cierto grado de equilibrio en la región, y así evitar que se vuelva de nuevo una zona de conflicto, y de refugio para grupos terroristas.
China no es la única potencia que intentará conseguir ese objetivo, puesto que desde que Rusia intervino en el conflicto de Siria, y volvió a tener un gran papel en la esfera internacional, uno de sus objetivos fue la lucha contra el estado islámico que se asentó en parte del territorio de Siria e Irak. Su interés era evitar que zonas con una alta población musulmana, como Chechenia, una región de Rusia, se radicalizaran y trajera consigo conflictos internos, como las dos guerras de Chechenia de 1994 y 1999. Por lo que combatir contra el fundamentalismo islámico en zonas como Siria, evitaría que dichos ideales se propagaran a regiones internas de Rusia.
Es de especial importancia tanto para los talibanes como para los países con los que limita, que no vuelva a convertirse en un campo de entrenamiento de estas organizaciones fundamentalistas islámicas. Primero porque como hemos visto recientemente tras el atentado orquestado por el Estado Islámico en Kabul, conllevaría de nuevo una intervención militar por parte de Estados Unidos y peligraría el poder talibán, convirtiéndose de nuevo Afganistán en el escenario de 2001. Segundo, porque tanto en China como en Rusia que cuentan con un pequeño porcentaje de población musulmana, temen que esta se radicalice como ocurrió en Chechenia y conlleve conflictos internos o transfronterizos en sus respectivas regiones.
Escenarios que a estas dos ultimas potencias no les interesa que ocurran, además que el interés común de ambas es quitarle mayor terreno internacional a Estados Unidos, por lo que apoyando a los talibanes, influyendo significativamente en el gobierno que se forme y manteniendo determinados acuerdos comerciales con estos, haría que ganaran un gran protagonismo en la región, ocasionándole así, una derrota en el espectro geopolítico a la primera potencia del mundo, que aún y no sabemos por cuanto, sigue siendo Estados Unidos.
Todo lo que le depara a esta región lo determinará el tiempo, sin embargo, los talibanes se encargarán que no vuelva a repetirse los mismos acontecimientos de 2001, por lo que no es inimaginable pensar que los mismos talibanes que dieron cobertura a grupos terroristas en la década de los 90, combatan contra ellos con el fin de que Estados Unidos no vuelva a intervenir en la región, y la abandone definitivamente.