Una mirada diferente al arte religioso

Jorge Marín es innovador y entusiasta, nos adentramos en un universo muy diferente de lo que conocemos hasta ahora de las artes religiosas. Licenciado en Bellas Artes, 26 años y un modelo de hombre renacentista: escultor, imaginero, pintor, diseñador… en las redes lo llamarían un ’360’. Para esta entrevista a Granada Social le permite el lujo de entrar en su mundo, en su taller; una atmósfera de disolventes y madera fresca envuelve este rincón transformado de su propia casa.

Saludo en la puerta, estábamos avisados de que a pesar de su currículum nos toparíamos con un hombre realmente joven. El recorrido hasta su taller es ya un museo en sí mismo. Obras originales en cada rincón a las que cada vez más entendidos van echando el ojo. Es joven, pero hace tiempo que dejó de ser una promesa para dejar paso a un creador con nombre propio.

Entre gubias y café comenzamos una charla que nos llevará a conocer a fondo la ilusión del niño que se convirtió sin darse cuenta en artista. Al comienzo la charla y ya deja clara su visión, “valoro más mi formación en la Escuela de Artes y Oficios que mi paso por la Universidad, me considero un artesano.”

  • Eres un joven con mucha experiencia, ¿cuándo comenzó tu inquietud?

El interés por el arte religioso se despierta desde que tengo uso de razón. Mis dos padres son artistas, y aunque en distinto ámbito al mío, sembraron una semilla en mí.  Recuerdo como mi padre me llevaba a ver museos, iglesias y conventos, otros niños se aburrirían pero yo lo disfrutaba. Al pasar por la puerta de cualquiera de ellos no podía evitar ese impulso que me llevaba a entrar. Pero tengo claro que lo que más me lanzó a formarme en esto fue el instituto. Veía a mis compañeros hincando codos en cosas que no les despertaban interés, y yo tenía muy claro que mi camino no era ese, mi camino era convertirme en artista. Tomé la iniciativa y decidí cursar unos estudios que me permitieran hacer de mi vocación una profesión, y aquí estoy, luchando por ello.

  • Y tu experiencia en la etapa formativa, ¿qué tal fue?

Si te soy sincero, la Universidad me dejó demasiado que desear. Creo que la formación universitaria está dejando de lado asignaturas fundamentales, quitando horas de formación en las artes básicas como el dibujo, para impartir aspectos de tipo informático, multimedia y filosófico que ya abarcan otras especialidades. Mi verdadera formación ha sido con la que arranqué, en Escuela de Artes y Oficios. Allí no sólo tocaba de base todo lo necesario para desarrollar mi trabajo, nunca tuve que ocultar mis preferencias artísticas, no tuve que hacer “santos camuflados”.

  • Uno de tus proyecto más exitosos y atrevidos es la exposición “Mater antium”, ¿Pop Cofrade es una buena definición?

Fue un reto personal, una inquietud que nació en mí el año pasado justo antes de cuaresma. He de reconocer que jamás lo hubiera hecho en el ámbito de la imaginaría, donde defiendo el más absoluto purismo de los cánones clásico y barrocos. Pero pensé, ¿por qué no se puede incorporar el arte pop mediante intervenciones pictóricas en la fotografía cofrade? Yo creía en el proyecto y no dudé en poner toda la carne en el asador, no soy iluso, sabía que iba a ser algo que podía levantar ampollas en los círculos más puristas, pero el arte es así, tiene que mover cosas por dentro. Hay que arriesgar y  a mí me gusta aportar. No salirse de lo que ya hay, en según qué ámbitos, es aburrido. Sigo las técnicas tradicionales para escultura y arte sacro, pero para la pintura, que es más amplia, prefiero otras tendencias. Lo tradicional me aburre. Esta colección decidí exponerla en un conocido bar con un corte bohemio y alternativo.  Me parecía que era más interesante ver las obras mientras te tomas una cerveza que ir a una sala de exposiciones. Yo quedé muy contento y el éxito ha traspasado Granada, también fuera del mundo cofrade.

  • ¿Cuáles son tus sueños? ¿Qué proyectos rondan tu cabeza?

Nunca se deja de tener inquietudes, estoy lleno. Hace poco decidí que quería tener una camiseta con temática sacra pero basada en las nuevas tendencias, atrevida digamos, y me la hice. Le han salido muchos novios, tanto que se ha interesado alguna firma por este proyecto. En la variedad está la riqueza. Hay días que cuando por fin me siento a descansar pienso: ¡cuántas cosas diferentes he hecho a lo largo del día! Eso me reconforta. Mi sueño más fuerte es continuar aportando más de mí al mundo artístico y vivir de esto, cosa que no es fácil. Vivo el presente y miro con ilusión al futuro.

Mientras nos enseña su pequeño museo del trabajo, su taller, reconoce lo caro y complicado que es arrancar. Le gusta trabajar solo con materiales de alta calidad y cada obra lleva cientos de horas de trabajo, algo que no siempre se reconoce al mirar el precio de una obra. Uno de sus fuertes es exponer sus obras en redes sociales, no estaba nada convencido, pero le ha dado muchas alegrías y seguidores. Decidido, emprendedor, dispuesto a arriesgar por lo que soñó desde niño. Jorge Marín es un artista comprometido que sin renunciar a las bases más puristas, deja siempre algo de sí en cada obra.

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