David Jiménez Rodríguez-Muriel | En 1911 abrió el Hotel Reúma, el Centro Artístico repartió juguetes el 6 de enero a los niños que más necesitaron a este ateneo granadino y la Tortajada estrena palacio en la Mariana. Se habían hecho famosos los hojaldres de Santa Paula y los Almacenes San José de la Calle Reyes premiaban a sus clientes con boletos de lotería. Los arruajes de dos caballerías y cuatro asientos, hasta las doce de la noche, cuestan 2 pesetas. Se publica el libro “Costumbres granadinas” de Surroca y se plantea una reforma integral del Triunfo y aledaños que le otorgará una anchura a lo que hoy es Constitución, de 44 metros (la Gran Vía tiene 20). La solería del Palacio de Comares se estaba poniendo nueva y costó 1.036 pesetas, el traslado del pilar de la Cuesta de Molinos a donde está en la de Escoriaza. Invirtió ese mismo 1911 el Ayuntamiento, 1.050 pesetas, para la adquisición de 350 plátanos, que se colocaron en el camino de Cartuja, desde el río Beiro. Y en esa Granada de hace 109 años, el Corral del Carbón que es una corrala de vecinos, cuyo inmueble pertenece a los Rodríguez Acosta, asiste con la paciencia que le dan los siglos, a la vida diaria de sus moradores. Y entre velas quitasoles y ropa tendida, su viejo pilar sirve a partes iguales para lavar la ropa y para aclarar la estopa de la garganta del burro del aguador. No sé si habréis visto estampas más castizas, pero desde luego, esta guardará siempre un hueco entrañable en la historia de Granada.