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Granada se acelera con la Ciencia. Reflexión de Paco Cuenca

Si algo he dicho a lo largo de todos los años que llevo siendo concejal del Ayuntamiento de Granada, tres de los cuáles he tenido el tremendo honor de ser su alcalde, es que hay que abandonar el ‘quejío’ y presumir de todo lo que esta ciudad es capaz de dar y que abarca tantas parcelas. Llevamos años y años instalados en la queja y en el llanto, evidencias en ambos casos de cortedad de miras en quienes han dirigido nuestros destinos. Durante trece años, la única estrategia que hubo en la Plaza del Carmen fue la de confrontación inútil, la del disenso estéril, la de autarquía moral de quien no tenía nada que ofrecer. Y Granada se fue quedando atrás. En manos de quienes nunca creyeron en ella, Granada se hizo más pequeña, porque la ambición había sido sustituida por la comodidad de quien no tenía nada que darle y sí tenía mucho que sacar de ella. A pesar de nuestro potencial cultural, social, educativo, creador, científico, la opción escogida fue la de recluirla en una torre y condenarla a la invisibilidad miope por unos líderes alejados de su enorme altura.

            Desgraciadamente, llevamos un año en el que todo lo que pasa en las inmediaciones de la Plaza del Carmen recuerda en exceso aquella lamentable época. Nuestra brújula se ha imantado y ha perdido el rumbo. Carecemos de un capitán sensato y la tripulación está más preocupada en sobrevivir a los ataques internos que en procurar alcanzar el puerto que esta ciudad merece y exige. Pero no me resigno. No lo he hecho nunca, mucho menos lo haré ahora que sé que Granada necesita más que nunca de ideas, de iniciativas, de proyecto.

            Granada es una ciudad que debería invertir todo el tiempo que pasa comparándose con las demás en presumir de todo lo que atesora. Quizás ahora que ha llegado eso de la nueva normalidad -que por ahora se parece en exceso a la anterior desgraciadamente- deberíamos reconsiderar ese destino fatal de una ciudad que fue levantada para deslumbrar y que ha perdido la vista a causa de tanto brillo.

            Aprovechar este nuevo tiempo, que aún se aventura duro y para el que no hay que abandonar la responsabilidad en ningún momento, para hacer una enmienda a la totalidad de nuestros males endémicos debería ser obligatorio. Despertemos del mal sueño. Frotemos nuestros ojos con fuerza y recuperemos la vista a larga distancia. Redescubramos todo lo que Granada tiene para liderar el nuevo presente.

            Si ese presente debe pasar por la Ciencia, Granada parte con una considerable ventaja respecto a muchas ciudades europeas. Ya, por fin, el Gobierno de España ha puesto en marcha la maquinaria que, de manera imparable, nos debe traer el proyecto científico más importante en el que trabaja la Unión Europea en la actualidad, un proyecto llamado a marcar el futuro inmediato de las próximas generaciones, y que tiene en Granada su destino. El acelerador de partículas debe ser el tractor que, al fin haga girar la bisagra de la puerta que nos lleve al nuevo modelo económico que abra nuevas posibilidades para el empleo en nuestra ciudad. El turismo, los servicios, el comercio han sido hasta ahora, las señas de identidad de una Granada a la que la pandemia ha introducido definitivamente en el siglo XXI. Nuestra Universidad, tan maltratada por la Junta de Andalucía, las empresas de base científica, la investigación que se desarrolla en espacios públicos como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la Inteligencia Artificial, cuya capitalidad nacional fue fijada por el Presidente del Gobierno, hace poco más de un año en Granada, son las bases sólidas sobre las que debemos construir una ciudad que sea el faro científico más importante del sur de Europa.

            El letargo que produce la autocomplacencia, la irremediable dependencia que genera la queja, la retroalimentación enfermiza de estar pendiente de la oportunidad aprovechada por el vecino, nos roba la visión de la que se nos escapa de las manos. Confiemos en todo lo que tenemos, saquemos pecho por lo que somos. Lo que fuimos nos ha traído hasta aquí, pero ahora toca impulsar de nuevo la ciudad hacia el destino que nos espera. Y es responsabilidad de todos, no solo de quienes tenemos el privilegio más alto de representarla institucionalmente, sino del comercio que ahora levanta su persiana, del autónomo que aprieta los dientes para emprender nuevamente, de quien pone su talento al servicio de un proyecto que merece la pena. Ahora que el virus parece que nos pone de nuevo en la casilla de salida, vamos a despertar y abracemos el nuevo día con la cabeza alta y abandonando el lamento que nada nos da y que tanto nos quitó.  

             

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Lora Helmin

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