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Asociación Andaluza de Barrios Ignorados, ¿por qué nuestros barrios no avanzan?

Aunque no todos los barrios ignorados tienen exactamente los mismos problemas, sí presentan coincidencias. Por ejemplo: en todos se han realizado actuaciones más o menos ambiciosas sin resultados positivos. La Asociación Andaluza de Barrios Ignorados es una asociación sin ánimo de lucro fundada en 2011. Su objetivo es mejorar el nivel de vida y autonomía de las personas que viven en lo barrios ignorados y marginados de Andalucía que existen en todas las ciudades.

Son ignorados porque padecen una exclusión y marginación continua, sin que se vislumbre el fin de ese padecimiento; sin que nadie  se estremezca ante tantas víctimas, ante tantos niños inocentes, condenados, antes de nacer, a convertirse en “carne de cañón”; es decir en personas excluidas. Los barrios ignorados son prisiones sin muros, en las cuales se intenta sobrevivir; sin otra aspiración.

No buscan culpables en un solo campo. Es mejor hablar de responsabilidades: responsabilidad de los políticos, responsabilidad de los agentes sociales y responsabilidad de los vecinos. Mientras no hagamos nuestras esas distintas responsabilidades, enfocaremos mal el problema y daremos o aceptaremos respuestas inadecuadas.

¿Por qué nuestros barrios no avanzan?

La idea más común es que nuestros barrios no tienen solución. Las actuaciones deben dirigirse a paliar un poco los problemas pero sin aspirar a que la situación pueda cambiar realmente.

Ellos piensan que nuestros barrios, si tienen solución. Las actuaciones realizadas no han dado resultado, porque no han pretendido atajar el problema en raíz. Así que nuestros barrios no avanzan porque:

Porque las administraciones no cambian las causas que originan nuestros barrios

Nuestros barrios tienen su origen en la construcción política de una ciudad dividida en zonas ricas, medias y excluidas: (Las zonas pobres funcionan como “cuartos trasteros” de las ciudades; son necesarias para mantener limpia el resto de la ciudad).
En nuestros barrios se alojan y realojan a las familias más problemáticas de la ciudad, desde el punto de vista de la pobreza y la exclusión; las familias que no quieren en ningún otro sitio. Por el contrario, los grandes equipamientos administrativos y comerciales, y los nuevos medios de comunicación y transporte, jamás se instalan en nuestros barrios. Se origina así una espiral que expulsa de nuestros barrios a las personas y familias más normalizadas, y atrae a las familias y personas con mayores problemas.
Para que las actuaciones puedan tener éxito, es necesaria una dinámica más fuerte y poderosa que empuje hacia la normalización. Ensayar nuevos métodos porque los actuales resultan ineficaces.

Porque el problema no es abordado en su integralidad

El problema principal de nuestros barrios, que consiste en la pobreza económica y humana, no se aborda en su integralidad. Las actuaciones son principalmente urbanas, rehabilitación de viviendas y del entorno urbano.

Una de las causas de este problema es que el funcionamiento de las administraciones dificulta o impide la integralidad de las actuaciones. Los problemas son problemas de personas y familias, tienen forma de red y exigen la actuación conjunta de varias administraciones y de varios departamentos de las mismas. Sin embargo, los procesos de decisión y la disponibilidad de los recursos necesarios no coinciden en el tiempo, originan graves desajustes en las actuaciones e impiden la integralidad y efectividad de las mismas.

Además, las actuaciones adolecen de tres problemas que les restan credibilidad y eficacia: oenegenismo, subvencionismo y clientelismo

Es propio de los tiempos en que vivimos, la existencia de asociaciones que trabajan por los demás. Utilizan recursos propios, subvenciones, personal contratado y voluntarios para realizar su trabajo. La mayoría de las veces, este trabajo se realiza en condiciones difíciles y precarias, que exigen un gran esfuerzo y dedicación. En nuestros barrios, lo mismo que en otros muchos sitios, hay asociaciones y entidades de este tipo que valoran y aprecian. Sin embargo, hay un problema más generalizado que califican como oenegismo, subvencionismo y clientelismo.; cuando a las asociaciones falta una visión de conjunto y la participación en una estrategia colectiva.

Oenegismo: En nuestros barrios proliferan un conjunto de ONGs que son las encargadas de aplicar los programas y actuaciones tendentes a solucionar los problemas planteados. Buena parte de ellas están constituidas por personas que necesitan y demandan un empleo, un modo de vivir, como todos necesitamos. Pero la experiencia nos dice, que difícilmente sus actuaciones pueden terminar con resultados positivos. A veces porque no se tiene la formación necesaria; otras, porque el mantenimiento del propio empleo, empleo muy precario, se convierte en el fin de las actuaciones. Sin embargo, el problema principal es que existe una gran desproporción entre la magnitud del problema que se pretende abordar y el tratamiento que se aplica.

Subvencionismo: Estas ONGs dependen de las subvenciones que reciben de las administraciones (también dependen de las subvenciones asociaciones diversas y entidades vecinales). Las subvenciones, en nuestros barrios, consiguen dos cosas: Primera: Descargar las administraciones de su responsabilidad de resolver el problema. Pagan para resolverlo y pagando cumplen: “Hemos invertido tantos millones de euros en tal barrio” nos dirá el titular de la noticia en cualquier periódico.
Segunda: La responsabilidad del problema recae en las ONGs que, como encargadas de evaluar su propia actuación, siempre informan de lo positivo que ha resultado la intervención; entre otras cosas, porque de ello depende el mantenimiento de su empleo. Nos parece completamente injusto hacer recaer sobre ellas la mejora de nuestros barrios convirtiéndolas en “apagafuegos”. Esa no es su misión, que debe apuntar principalmente a una solidaridad de lo urgente, puntual, paliativo etc.

Clientelismo: En ocasiones, para rizar el rizo, las subvenciones recaen en personas y ONGs que: o bien son afines al partido que gobierna, o se convierten en afines a cambio de recibir la subvención. El precio que pagan es ocultar el problema y valorar muy positivamente el trabajo que la administración está realizando. Todo ello con un amplio eco en los medios de comunicación afines a la opción política que gobierna.

Porque los vecinos de nuestros barrios no creen que la situación pueda cambiar realmente.

Nuestros vecinos tienen más ganas de irse de los barrios, que de implicarse en sus problemas. Probablemente no ven nada nuevo, que apunte a que las administraciones están dispuestas a intervenir de manera eficaz en estos momentos.
Cuando llegan nuevos técnicos, con nuevos programas, con nuevas metodologías, sin darse cuenta de que es lo mismo de siempre pero con otras palabras; los vecinos desconfían.
Cuando se rehabilitan viviendas destruidas, se adjudican y vuelven a ser destruidas sin que pase nada; los vecinos se irritan.
Cuando sigue sin abordarse el grave problema de la inseguridad, del tráfico de drogas etc., mientras que todo el mundo sabe donde se vende y quién trafica; los vecinos tienen miedo.
Cuando las subvenciones y los empleos siempre recaen en los mismos; los vecinos se llenan de amargura.
Cuando se repiten declaraciones, premios y reconocimientos en los de siempre; los vecinos se burlan.
Cuando la administración decide que las familias pobres que no quieren en ningún barrio sean realojadas en los nuestros; los vecinos se indignan y soportan el calificativo de racistas.
Cuando la administración decide que los grandes equipamientos administrativos y comerciales se ubiquen lejos de nuestros barrios; los vecinos se desesperan.
Cuando los que se están dejando el pellejo en los barrios (sin cobrar y sin querer cobrar) denunciando lo que está ocurriendo y exigiendo actuaciones decididas, son marginados y acusados por las administraciones de no querer colaborar; estos tienen entonces que agarrarse a su fe en lo que sea, para mantenerse en la brecha sin desánimos.
Cuando todo esto y otras muchas cosas siguen ocurriendo, las personas no pueden creer que la situación vaya a cambiar. Y, para que la situación cambie, las personas tienen que tener fe en que las cosas pueden cambiar.

Si quieres conocer más información sobre esta entidad social comprometida con los barrios más olvidados de nuestro entorno, solo tienes que hacer click aquí.

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Lora Helmin

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