Es el momento de preguntarse por el papel que han jugado las hermandades en estos años tan duros y el que han de jugar a partir de ahora. Partimos de la base que la misión de las hermandades no es remediar la pobreza, ni incidir en los modelos sociales o económicos. Las hermandades no son agentes de cambio social, sino de caridad. La finalidad de las hermandades no es influir en la economía, sino vivir la caridad. Si bien la caridad, como principio social, es la contribución más importante del humanismo cristiano a la sociedad. Los grandes principios de la doctrina social de las hermandades: la justicia, la dignidad humana, la solidaridad y la subsidiariedad, se ven alentados por la fuerza rotunda de la caridad.
Hoy nos llegaba un post de la Hermandad de la Aurora de Granada donde se ofrecía ayuda a todo aquel que esté pasando por un momento de dificultad en la complicada controversia social que vivimos. Al comienzo de esta crisis ponían a disposición a través de su facebook de todo aquel que así lo demandara, un listado de entidades que hacen obra social día a día y que están abiertas a captar voluntarios para llevar a cabo con mayor eficacia su labor.
Ellos desde hace y 8 años están inmersos en el padrinazgo de, entre otras entidades, los conventos de las monjas del Pilar, dedicadas a la recogida de niños de familias desestructuradas, y el convento de San Gregorio. Estas últimas de edad muy avanzada que necesitas cuidados especiales. Por eso se están haciendo cargo de suministrar alimentos de primera necesidad a través de voluntarios y personas entregadas en la caridad al prógimo.
De este modo todo aquel que tenga cualquier tipo de necesidad de desahogo, gestión o problemas puntuales, puede ponerse en contacto con la vocalía de caridad de la Hermandad y ellos harán todo lo que esté en sus manos para servir a las personas necesitadas. Porque en tiempos difíciles la caridad está más viva que nunca.