Lo social

En Granada Social tenemos el gran honor de contar con colaboraciones que son todo un apoyo para ser “el lugar de las personas que mejoran la vida de la gente”. Hoy publicamos la reflexión de María del Mar Peña Martínez , se define como investigadora independiente de la historia de Granada y escritora a ratos. Aunque profesionalmente se dediqué a gestión de empresas, María del Mar vuelca todo su ser en su pasión. Es coodirectora del programa de radio «La Oculta Granada», dedicado a la historia y el arte Granadino. Ha sido colaboradora en las labores radiofónicas en la Cadena COPE, así como escrito un sin fin de artículos para revistas y publicaciones de distintos ámbitos.  Esta joven granadina cuenta a sus espaldas con más de una decena de pregones y presentaciones a nivel cultural en toda la geografía granadina.

María del Mar Peña Martínez | La perspectiva del tiempo siempre le hace a uno mirar las cosas de una forma diferente. Parece que la vista, quizá ya cansada, empieza a desestimar los perfiles concretos y a difuminar las formas con una presbicia calculada por la vida para resaltar lo que, al cabo, es o no es importante.Si este mismo texto lo hubiera escrito tiempo atrás, probablemente hubiera resultado algo más extremo, provocador, rebelde. O, ahora que lo pienso, probablemente todo lo contrario: en determinados temas, la vida confiere a la conciencia personal una pátina protectora contra el «qué dirán» fundamentada en esa visión clara de lo esencial.
«Lo Social» es un término concreto que la indefinición convencional ha convertido en un cajón de sastre con el que rellenar discursos de pretendida grandilocuencia y escaso fondo. Una expresión comodín sobre la que divagar eludiendo lo que, sin embargo, supone por definición un concepto tan capital: coherencia, compromiso, conciencia de vivir en reciprocidad con un sistema inherente al ser humano. Solidaridad, Cultura, Justicia. Palabras que llenan la boca y vacían las intenciones de quienes las pronuncian, parapetados tras ellas para que nadie les exija su cumplimiento. Lo Social se ha convertido en ese dedo señalador que todos miran sin ver más allá. Más al fondo, más profundo.

Por eso, con el paso del tiempo, comprendo que enarbolar la bandera de lo Social no es hablar de generalidades sino de particularidades. Porque, -aunque este mundo parece menguar cuanto más crece, parece individualizarse al ego cuanta más globalización alcanza-, el paso de la vida le descubre a la que suscribe que el problema no es el enfrentamiento del sujeto contra lo colectivo, sino el camino de retorno exigido que conectan uno y otro. Porque hablar de lo Social como falacia perfecta y hueca sin tener en cuenta los rostros reales que lo definen, es no comprender nada.

El tiempo proporciona una perspectiva que hace de la sociedad un bien necesario, un organismo vivo y creciente que se alimenta de lo personal. De nada sirve, nada significa exigir derechos y realidades sociales si no se mira a los ojos del excluido, del marginado, del luchador sin oportunidades. En esa mirada fatigada y esas manos cansadas de desplantes nace la realidad de lo Social.
Lo Social va unido a un concepto tan difuso y maltratado como el de Civilización, esa que se escribe con mayúscula y que se fabrica de Cultura, de Historia, de Investigación, de Igualdad, de Progreso, de Desarrollo, de Justicia, de Arte, de Ciencia, de Respeto. Tiene las proporciones áureas del análisis crítico, de la ponderación argumentada de quien enfrenta varias ópticas y sabe decidir cuál es su postura. La Civilización tiene la conciencia y la coherencia suficiente como para saber dar el paso y saberse en decadencia hasta la muerte para alumbrar una nueva era. Sabe que es un ser en constante crecimiento, con sus limitaciones y sus esperanzas, con sus miserias y sus glorias. Y las llama sin sonrojarse por su nombre y apellidos. Sin tergiversar, sin excusas. Entona el mea culpa que le permita aprender de sus errores para resurgir en una nueva Civilización de la mano de lo Social. Y aquí radica el fundamento de ambas: la Educación, esa receta ancestral que el ser humano lleva en sus genes y que hoy en día ha pasado a ser cocina rápida de consumo insustancial y paladar insípido y desapasionado.

Por eso, déjenme que celebre no llenar esta página, negro sobre blanco, con vanalidades sobre cultura o solidaridad. Déjenme celebrar que Granada Social existe, enfocando su mirada en personas, en concreciones. En acción y reacción. Y celebrar, sobre todo, que formo parte de una realidad palpable de la que todos ustedes, toda Granada, forman parte inevitable. Porque, conscientes o no, ustedes son Granada Social. No busquen grandes definiciones que se lleve el viento. Busquen aquello tangible: una mirada, un gesto, una sensación. Bienvenidos, pues, a lo que significa lo Social.

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